Sunday, June 26, 2011

Destrozando clásicos; "The Day the Earth Stood Still"

Klaatu barada nikto tenían que haberle dicho al artífice del film en cuestión antes de que se hiciera público. Pero aun abortando a tiempo, algún otro habría tomado el relevo. Parece que es una tendencia innata de nuestro tiempo atiborrar de efectos especiales sin sentido a las películas de ciencia ficción. ¿Qué importa el guión?, ¿qué importan los personajes? ... ¡hay luces, explosiones, robots gigantes, destrucción!, y por tanto, ¡espectadores cargados de palomitas haciendo largas colas!.

Asistimos a un gran derroche técnico en efectos visuales, que podrían haber sido muy útiles en su justa medida unidos a la historia original. Porque refríen el film en aceite de pésima calidad, y claro, ahí tenemos el resultado. Ni rastro hay de los, a mi juicio, mejores puntos del original; la "infiltración" en la sociedad de nuestro extraterrestre desaparece, así como su entrañable relación con el niño (quien además pasa a ser totalmente insoportable, y no sólo por su posición probelicista). El aspecto filosófico o sociológico se sintetiza paradójicamente en la nueva "obra"  durante esa conversación que tiene lugar en un McDonalds; escena clave para el posterior desarrollo de la trama, aunque resulta un tanto inverosímil que, después de que observaran a la Tierra durante tantos años, no se dieran cuenta de ciertas cosas. Predomina también un efectismo barato, extremadamente marcado, de comienzo a fin. Y también un destrozo generalizado de los personajes, abanderado por el protagonista, que comienza asemejándose al octavo pasajero de Riddle Scott para pasar a ser Neo con superpoderes en versión malvada, aunque mesiánico finalmente. La familia del original desaparece, y Gort pasa a ser un enorme, enormísimo, robot carente de carisma.

En definitiva, se pierde totalmente la esencia del original para crear otra película vacía pero llena de espectacularidad y buenos actores de renombre (por favor, que le den ya mismo un Razzie a Keanu Reeves). 


Saturday, June 18, 2011

Metrópolis y El club de la lucha


Cine mudo alemán y cine actual videoclipero; distan en la forma pero están ligados argumentalmente. Ambos guardan una estrecha relación con el sistema sociopolítico en el que vivimos, son contemporáneos a esta época de revoluciones, donde la conciencia política está desarrollándose y las vendas van cayendo poco a poco de nuestros ojos.
Y eso sucede tanto en Metrópolis como en la película de culto de Fincher; estalla una lucha contra lo establecido.

Por una parte, la distopía alemana nos presenta un mundo ampliamente polarizado con una zona externa, donde reside la clase acomodada, y otro interna -o, mejor dicho, subterránea-, hábitat de los trabajadores y las clases bajas. Los grandes magnates, la burguesía, la clase política, la sociedad acomodada ... todos ellos gozan de un formidable estilo de vida en esa gran megalópolis, disfrutando de los adelantos tecnológicos y de una -supuesta- calidad de vida, que en realidad se revela como alienante y ociosa. En cambio, la clase obrera sucumbe al poder y dedica todo su tiempo y esfuerzo al mecanizado trabajo que abastece de caprichos a la ciudad (exterior, claro). No hay unión entre ellos, la tiranía impera junto al capitalismo absorbente que nubla y eclipsa toda moralidad.  Y la clave está ahí, en esa unión, en disolver la barrera entre ambas clases, como así dice la autora de la obra:

«Este libro no es de hoy ni del futuro. No habla de un lugar. No sirve a ninguna causa, partido o clase. Tiene una moraleja que se desprende de una verdad fundamental: Entre el cerebro y el músculo debe mediar el corazón».
Thea Von Harbou,
Introducción a la novela “Metrópolis” de 1926.

Entre el cerebro y el músculo debe mediar el corazón. Somos personas y aunque la racionalidad es una de nuestras cualidades, no es la única. Así como tampoco alcanzamos la auto-realización a través del materialismo. La conciencia y la moralidad es fundamental en la raza humana, de ahí el término "humanidad", que muchas muchas veces se ausenta. Por tanto, la clave está en derribar las barreras, en tender puentes para que impere -como el movimiento 15M dice- la horizontalidad, y se produzca una unión entre el exterior de la ciudad (o los políticos) y el mundo subterráneo (o los trabajadores).

Del mismo modo, El club de la lucha goza también de un enorme espíritu romántico. Sí, romántico. Pero al estilo del siglo XIX. A pesar de la aparente violencia, la película va mucho más allá. Apela al romanticismo rechazando el actual estilo de vida consumista y alienante que mecaniza al ser humano y lo libra de toda sensibilidad. Y eso lo vemos a través de la realización de los deseos del subconsciente (y no diré nombre propio), que rompe con lo impuesto o establecido y opta por una "vuelta a los orígenes", viviendo con lo mínimo, sin caprichos materiales, y reencontrándose con sentimientos muy humanos, que se pueden materializar en esa aproximación al dolor y a la muerte (tanto por medio de los grupos de terapia al principio, como con el club que da nombre al film). Y ésto último es muy importante, ya que es lo que incita a actuar, a rebelarse. Si estamos acomodados y pensamos en lo larga que es la vida y en la lejanía de la muerte, nos confiamos, nos relajamos y, creyendo en el futuro, no actuamos. Algo así ha sucedido en nuestro mundo real; estábamos más o menos acomodados, y hasta que no se ha llegado a cierto momento cercano al dolor (llamémosle pérdida de empleo, de casa, o de esperanza social) no hemos protestado, no nos hemos indignado. O tal vez sí, pero en silencio. Ignorando que había otros como nosotros, con quienes compartíamos mentalidad y sentimientos,  hasta llegar a ese punto de inflexión en el que nos uniríamos al "club de la lucha" (por supuesto salvando las distancias en cuanto a la violencia propiamente dicha) y actuaríamos.

El nexo entre ambos films reside por tanto en esa liberación mental, y en la creencia de que un mundo socialmente bien construido es posible. Utópico tal vez, pero al menos hay que aproximarse.





Tuesday, June 14, 2011

Ready, steady, go!

Coleccionando blogs, clasificándolos y subclasificándolos según su temática, descubriendo y ampliando la lista de marcadores, consumiendo diariamente información, opiniones, reseñas ...
En definitiva, perdiéndome en la blogsfera.

Y dices; hay tanto que, ¿para qué más?.
Y respondes; ¿y por qué no formar parte de algo que ya forma parte de ti?
Y piensas; he mandado mi nombre a Marte*, por simple placer romántico, ¿por qué no escribir en esa maravillosa nube?.
Y lo haces.

Puede que sea porque empieza el verano, porque al estrenar vacaciones el tiempo abunda, porque está bien formar parte de algo que te gusta (y así no tener que firmar con anónimos, o sin cuenta blogger ^^), o por el simple placer de hacerlo, de escribir.

Así que empezamos.
¿Objetivos? ordenar pensamientos e ideas, podría decir que relacionadas con dos temas estrella; cine y literatura (de lo que apenas hay nada), y de hecho lo diré. Películas y libros que se ganarán mi tiempo y mi tecleo (type...¿se dice tecleo?). Pero puede que el off-topic sea uno de los tags que más numeritos tenga en la sección de etiquetas. Who knows.


* ¿enviar mi nombre a Marte? pues desde aquí  se puede podía hacer. Bien, pensaba que era hasta el 16 pero acabo de ver que no. No pasa nada, el mío (mi sintagma) sí que estará, podemos compartirlo ^^